(ATENCIÓN: este artículo contiene Spoilers)
La última temporada de Castle estaba siendo una basura. Y lo digo yo, que llevo siguiendo lealmente esa serie desde el piloto. Fue entonces cuando llegó el tradicional parón navideño y, con él, el temor a una posible cancelación por parte de la ABC (propiedad de Disney, por cierto) debido a sus cada vez peores índices de audiencia desde el inicio de la temporada; y entonces, tras un parón más largo de lo habitual, se estrenó el nuevo capítulo y… ¡Chas! Todo solucionado. Así, sin más, en apenas 40 minutos. ¿Comprensible? Os pondré en situación:
Kate
Beckett, tras recibir una llamada urgente de un antiguo compañero de trabajo
del FBI y ser salvada in extremis por la novia (y también espía) del padre de
Castle, se obsesiona de tal forma con la idea de atrapar al asesino y hacer
justicia que decide alejarse temporalmente de su marido para evitar que éste se
convierta en una posible víctima. Sin embargo, lo único que consigue es que
Castle crea que está dudando de sus sentimientos hacia él y decida
reconquistarla sin que nada parezca ser suficiente para atraerla de nuevo a su
lado. Esta situación, tan impropia del espíritu de esta historia, no solo no
cuajaba entre los personajes, cuyo tira y afloja no hacía más que minarlos;
sino que tampoco era del agrado de prácticamente nadie que siguiera la serie,
pues era como ver una muerte lenta y agónica después de toda una vida en lo más
alto.
Ahora
imaginémonos que somos la ABC y que nos encontramos con este cuadro: una serie
de éxito, que ha traído tantos beneficios a la cadena durante 8 temporadas y
que ha sido capaz de fidelizar a una audiencia que no dejaba de crecer a lo
largo de más de 151 capítulos, se ve ahora hundida por una triste y mísera
temporada cuyo guión no ha sido capaz de estar a la altura. Cancelar podría ser
una opción rápida, pero cobarde, especialmente en un producto con tal impacto;
sin embargo, castigar a la serie por culpa de las malas decisiones de unos
guionistas supera lo injusto, tanto para el producto en sí como para sus
seguidores. Entonces, ¿qué hacer?
El
nuevo capítulo parece dar respuesta a ese dilema, pues a la primera oportunidad
han enmendado la larga concatenación de errores y, echando mano del eterno
humor de Richard Castle y de una cabezona Kate Beckett que se inclina ante la
evidencia, han reorientado la trama para recuperar el terreno perdido rápidamente
y volver a unir lo que nunca se debió separar.
Sin
embargo, me parece bastante llamativo que, después de liarla tanto durante
media temporada, lo hayan solucionado en tan poco tiempo, pero aún me parece
más extraño que esta solución venga de golpe justo en el primer capítulo tras
el parón navideño. Así pues, como no soy una persona que crea en la casualidad
(y menos aun cuando hay dinero de por medio), me atrevo a decir que la ABC ha
aprovechado el “descanso”, alargándolo todo lo posible, para regrabar los
nuevos capítulos.
Pensadlo:
una productora y una distribuidora bombardeadas por las quejas, las críticas y
la decepción de un público cada vez más desmotivado, que amenaza con abandonar
el castillo y largarse a otros
parajes; y todo porque a alguien se le ocurrió hacer lo de siempre: meter
cizaña donde nadie la necesita. ¿Qué sería mejor: terminar la temporada
siguiendo el mismo guión y arriesgarse a que sea la última, o más bien
detenerse, considerar la opinión del público y reaccionar coherentemente para
ahorrarse una cancelación precoz y vergonzosa? Para mí está claro.
Sin
embargo, he de decir algo en favor de los guionistas de esta temporada, y es
que intuyo que intentan seguir la lógica de un capítulo en concreto (el 05 de
la sexta temporada) en vista a una posible conclusión final de la serie dentro
de no demasiado tiempo.
En
este capítulo, una mujer es torturada hasta la muerte para sacarle información
y el principal sospechoso del crimen afirma ser un viajero del tiempo cuya
misión era salvar la vida de la víctima y atrapar al verdadero asesino, un
neonazi del futuro cuya organización secreta pretendía dar un golpe de estado.
Por supuesto, Beckett no le cree, pero tal y como se desarrollan los
acontecimientos a lo largo del capítulo y muy especialmente en atención a su
final, queda claro que ese perturbado
decía la verdad… Incluso para sorpresa de Castle.
Pues
bien, en una escena del episodio, este viajero del tiempo habla del futuro de
los dos protagonistas, dando algunos datos sueltos sobre ellos (como que tendrían
tres hijos o que Beckett se convertiría en senadora) y en un momento dado llega
a decir que era asombroso que terminasen formando una familia asentada, ya que
Beckett… Pero entonces se calla para no “modificar el futuro”.
Pues
juntando este capítulo con el inicio de la temporada, me da la impresión de que
intentan mostrar a qué se refería el viajero del tiempo cuando hablaba de que
Beckett haría algo fuera de lo habitual de cara a formar una familia normal. Si
esta ha sido/es su intención, no puedo sino aplaudir con las orejas, pues me
parece un recurso magnífico. Que por ejemplo la gente a la que investiga
Beckett esté directamente relacionada con los mencionados neonazis o que
gracias a su labor este grupo sea detenido a tiempo y el ofrecimiento de ser
senadora (algo que ya apareció en el último capítulo de la temporada 8, lo que
refrenda mis sospechas) se convierta en algo definitivo, son como piedras
arrojadas a la superficie de un lago tranquilo: incapaces de dejar indiferente
a nadie, y para bien.
Quizá
parezca una tontería, pero ya sabemos cómo funcionan estas cosas… En cualquier
caso, y nunca mejor dicho: ya se verá.