La historia de una vida en la inquietante búsqueda de
un Dios Vivo, de este
modo podría describirse La vida de Pi, la última película del cineasta de orígen taiwanés Ang
Lee, resultado de la adaptación de la novela homónima escrita por el canadiense
Yann Martel.
Esta historia nos presenta las peripecias del joven
hindú Piscine "Pi" Molitor Patel, hijo del guarda del zoo de
Pondicherry (India), tras naufragar en medio del océano Pacífico y lograr
sobrevivir en un bote junto a la única compañía de Richard Parker, un tigre de
bengala.
Se trata de un argumento lleno de sonoridad y
atractivo propios del arte visual naïf que, sin embargo, recuerda a
anteriores relatos similares, como es el caso de la novela Max y los gatos,
del brasileño Moacyr Scliar, donde el tigre es sustituído por un jaguar. Sin
embargo, La Vida de Pi en su versión cinematográfica es capaz de otorgar
personalidad propia a esta historia, cargándola de un onirismo que la hace
única en aspectos tales como la sencillez de la presentación de sus
personajes, tanto humanos como animales, o el juego de luces que se encarga de
dotar de alma al propio Océano y sus secretos.
Suraj Sharma como Pi. |
Estamos ante un guión fuerte, sin sobresaltos,
resultado de una adaptación correcta que hace creíbles a los personajes que se
van sucediendo y que mantiene con bastante soltura una constante tensión e
interés en una trama bien hilada y sorpresiva, muy apoyada en la imágen y en
los efectos especiales que dotan a la obra de una calidad visual excepcional,
junto a una banda sonora que bien merece el Oscar recibido. Sin embargo, en
ocasiones la Escena llega a resultar demasiado lineal, con un comportamiento
predecible por parte de sus protagonistas; a lo que hay que añadir el abuso del
elemento acuático como medio para representar las emociones que van surgiendo
en el joven Piscine, lo que tampoco ayuda a aligerar una trama que ya de por sí
se hace bastante extensa.
En cualquier caso, tal vez lo más llamativo de esta
película sea esa dimensión espiritual que rodea el hilo conductor (y que en
un próximo artículo analizaré a fondo) y que se manifiesta por medio de la
psicología torturada del personaje central. Esa forma de mostrar una realidad
cruel y traumática de forma amable, incluso amistosa, crea un aura de valor que
dota de estima al film y lleva a los espectadores más intuitivos a encontrar
imágenes sugerentes capaces de desvelar el sorprendente desenlace.
Richard Parker rodeado de peces voladores. |
Personajes excepcionalmente retratados, a destacar el trabajo del
primerizo Suraj Sharma en su papel de joven protagonista, cuya puesta en escena
no decepciona y en cuyos hombros recae, acertadamente, la credibilidad de toda
la historia; algo que, sumado a la brillante interpretación del reconocido
Irrfhan Khan en su papel de protagonista adulto, permite completar
perfectamente el círculo. Por su parte, los actores hindúes Adil Hussain y
Tabassum "Tabu" Hashmi, encargados de dar vida a los padres del
protagonista, no decepcionan a la hora de jugar con la psicología de personajes
no del todo perfilados, dándoles una última puntada que consigue que el
espectador se iguale a ellos y, en escasas escenas, llegue a observar el mundo
de la pantalla desde su propio lado. Mención aparte merece la aparición estelar
de un Gerard Depardieu irreconocible en un papel un tanto dudoso que, sin
embargo, se calza sin ninguna dificultad y logra así que el espectador olvide
que se encuentra ante un intérprete sobradamente conocido.
En definitiva, una película inspiradora que invita a
mirar más allá de la pantalla y a cabalgar sobre una historia más compleja y
profunda de lo que aparenta ser. Verla una segunda vez se hace necesario, no
porque su comprensión resulte difícil, sino porque la mirada del espectador,
tras el inesperado desenlace, lo exige. La recomiendo.
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